Doncella, madre, anciana, portadora
del útero que guarda los secretos del nacer y renacer donde acontece el primer
rito de tránsito de todo ser humano. La que sabe escuchar y traduce el canto de
las estrellas, chamana, diosa, sabia; la que nutre pero también devora, la que
da y también quita; la que conociendo los misterios de la sangre y sus caprichosos
flujos ha tejido desde siempre universos y tramas, la materia de los relatos y
hechizos, los cestos para cargar la leña y los frutos, las redes para pescar,
las hamacas para descansar, las bolsas para cargar a sus crías, el destino en
el interior del útero y del tiempo. Representación inspirada en un antiguo mito
de la creación. En la cosmovisión wichí (y en casi todas de la del Gran Chaco),
las mujeres (atsiná) son Pulesleley, habitantes celestes que “bajaron” a la
tierra con características esencialmente diversas de lo masculino terrenal
(O´nat). La recolección y conocimiento de los vegetales, la manipulación de las
fibras, la tejeduría y cerámica, expresan el vínculo estrecho con su
ascendencia celeste.”
Me fascinan los avatares creativos, jugar con los materiales hasta que revelen el comienzo de algo nuevo. Hago papel con las podas de plantas de fibra de mi entorno como la cortadera y el formio que son el soporte de mi obra gráfica y esculturas textiles de pequeño y gran formato recuperando tejidos en desuso, resignificando su esencia. Mi obra hunde sus raíces en prácticas y cosmovisiones indígenas de la tierra que habito con su insondable legado ancestral.
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