vivi posincovich

Me fascinan los avatares creativos, jugar con los materiales hasta que revelen el comienzo de algo nuevo. Hago papel con las podas de plantas de fibra de mi entorno como la cortadera y el formio que son el soporte de mi obra gráfica y esculturas textiles de pequeño y gran formato recuperando tejidos en desuso, resignificando su esencia. Mi obra hunde sus raíces en prácticas y cosmovisiones indígenas de la tierra que habito con su insondable legado ancestral.

jueves, 12 de septiembre de 2024

28 Salón Bienal Textil Museo Sívori, participo con la obra "Semilla"

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Arbol y papel

Hasta el SXVII la fabricación del papel fue una labor artesana e individualizada que no alteraba la estabilidad y la salud ecológica de los sistemas naturales. Además, se usaban fibras vegetales no leñosas provenientes de tallos, hojas o semillas de diversas plantas de fibra de crecimiento abundante como el papiro hace 6000 años o cultivadas para tal fin como el cáñamo, lino, algodón, yute, ramio entre muchas otras.

El uso de la madera como materia prima en la fabricación del papel es relativamente reciente y se hace intensivo a partir de poco antes del 1700 con los precipitados avances tecnológicos y la invención de la imprenta que aumentaron el consumo y demanda del papel.

Actualmente el 95% de la materia prima utilizada para la fabricación del papel proviene de la madera y sólo entre un 5 y un 10 % de fibras no leñosas. La industria papelera es una de las más nocivas y contaminantes del planeta. Cada año deberán morir 4.000 millones de árboles para abastecer las demandas de papel del mundo, se necesitan entre 15 a 20 para producir una tonelada y el consumo excede los 268 millones de toneladas por año. El mundo pierde cada año 9 millones de hectáreas arboladas de las cuáles casi un 20% pertenece a bosques primarios.

Todos sabemos de los cambios climáticos, el calentamiento global, la desertificación y la pérdida de especies animales y vegetales y de alimentos y medicinas naturales entre muchas otras consecuencias que tienen su origen en la tala indiscriminada de árboles. Es necesario reflexionar y tomar conciencia de la imperiosa necesidad de cambiar los hábitos consumistas que causan daño al medio ambiente, re-definir los conceptos de progreso y evolución y encontrar un equilibrio entre las actividades lucrativas y la preservación de los ecosistemas para implantar un sistema de producción sostenible que permita a las nuevas generaciones contar con ríos y mares limpios, aire puro, reservas forestales abundantes con la compañía de todas las especies vegetales y animales que hoy están en peligro de extinción. Debemos recordar que la tierra es un enorme ser vivo donde todo está interelacionado y lo que ocurre en una región repercute en otras regiones.

Hacer papel con fibras no madereras.

Papel de fibras vegetales es el obtenido a partir de la celulosa de vegetales y permite el reciclaje de residuos orgánicos de la agroindustria (bagazo de caña de azúcar, rastrojo de cereales, trigo, alfalfa, avena, cebada, centeno, maíz y otros); como también de podas y de muchas especies que crecen en forma silvestre. Las fibras vegetales se encuentran en el inmenso mundo vegetal, tanto en semillas, tallos, hojas, frutos y raíces que procesados de diversas formas son capaces de transformarse en papel. Las fibras No madereras fueron usadas exclusivamente en la fabricación de papel hasta la mitad del SXIX . La explotación de los árboles para tal fin es relativamente reciente. Fabricando papel a partir de fibras no leñosas se contribuiría a reducir la demanda de madera para pasta que pesa sobre los bosques naturales y las plantaciones en gran escala.

El camino de las fibras...

Los antepasados del papel como soportes fibrosos de características similares surgieron de forma independiente en distintos lugares del planeta muy distantes entre sí: en el Mediterráneo, el Papiro; el papel de higuera o Amate en América; la Tapa o tela de papel de las Islas Polinesias junto con el Tururi de los Indios Tikuna en Amazonas y el papel de corteza de mahute de los Rapa-Nui en la isla de Pascua. Además de estos familiares fibrosos, “el Papel“, tal como lo conocemos en nuestros días surgió en el Extremo Oriente con un método de producción que viaja por el mundo y se impone sobre los anteriores soportes de escritura como el papiro, también de origen vegetal y de cuyo nombre deriva el de" papel" y el pergamino, de origen animal. El conocimiento y uso de las fibras vegetales tiene una larga historia dentro de la cultura material del hombre ya que han sido aprovechadas desde tiempos remotos para diversos usos y todas las culturas del planeta han sabido atesorar los beneficios de las plantas de fibra para fabricar vestimenta o cobijo, utensilios de uso diario, cestos, sombreros, hamacas, cordelería, instrumentos de caza y pesca, tejidos, escobas, techos de casas y hasta embarcaciones como así también objetos decorativos, muñecos, animales, máscaras , adornos para el cuerpo y también papel.

El papel en América.

En América, culturas tan milenarias como la de los chinos habían usado materiales vegetales de la palma para hacer un papel parecido al papiro. Se empleaban cáscaras machacadas de árbol de la vid que los antiguos mayas llamaban “huun” y más tarde, los aztecas, pasaron a emplear la corteza de la higuera silvestre y bautizaron el material como Amatl o amate… Al parecer cuando los mayas huyeron de los aztecas difundieron su papel a Honduras, Nicaragua y Perú. Al igual que entre los pueblos asiáticos en Anáhuac el papel de amate con textos mágicos y rituales, doblado en forma de biombo, adquiría un carácter ceremonial y sagrado. Tal es el caso del Tonalamatl azteca y el Tzolkin maya considerados como libros Sagrados de los Augurios. Actualmente en México, entre los Otomíes se elabora el papel amate de la misma forma que desde hace más de 500 años como la conoció Hernán Cortés. La corteza del xonote, familia de ficus, con su fibra o líber interior, se arranca de los árboles preferentemente en primavera y cuando la luna está “tierna” porque es el momento en que se lastima menos a los árboles.

tela de papel

En la actualidad, los indios Tikuna de Amazonas en América del Sur elaboran una tela de papel con el líber interior de una corteza y la llaman yanchama. La yanchama o tururi es una fibra extraída de la corteza de un árbol que lleva el mismo nombre (Ficus) del cual se conocen 10 variedades que se distinguen por la textura de la tela extraída. Ficus insípida es un árbol tropical de la familia Moraceae. Se extiende desde México hasta América del Sur y se encuentra comunmente en el bosque por encima de los 1550 metros sobre el nivel del mar. En Perú se la denomina lanchan, llantama o yanchama como en Colombia; en Bolivia: corocho, estopa, tachore, mastate; en Ecuador: damagua, majagua, carapacho, matapalo; en Venezuela: higuerón, jabillo; en México se llama jonote o Amate; en Panamá y Perú: higuerón y en Bolivia y Colombia también se la conoce con el nombre de Ojé.

El papel de estiércol de los grandes herbívoros.

En muchos lugares de África y Asia, como una de las formas de reciclaje y reutilización de otras materias primas y como solución a la tala indiscriminada de bosques y a la contaminación del planeta por parte de las industrias papeleras, se empezó a elaborar papel usando el estiércol de grandes herbívoros, elefantes, jirafas, o cebras, (también es posible usar el de guanacos, cabras, ovejas, caballos). Es una práctica ampliamente difundida que utiliza desechos de animales de granjas, zoológicos o reservas protegidas y es una excelente alternativa para hacer un papel totalmente ecológico ya que no son necesarios productos químicos para su elaboración, (el estómago del animal hace parte del trabajo), no huele , está libre de bacterias, no necesita cloro y es de pura fibra. Además, la materia prima es muy abundante teniendo en cuenta que un paquidermo que come entre 200 y 250 kilos de vegetales, produce aproximadamente 50 kg de bosta con los que se puede fabricar unas 100 hojas de papel. El proceso de fabricación es el tradicional conocido en estos lugares usando bastidores de bambú.

washi o papel hecho a mano japonés.

El papel inventado en China que llega al Japón de la mano de un monje budista llamado Donchyo, se fue extendiendo con el paso de los siglos pero fue aquí donde se produjo un magnífico y genuino proceso evolutivo que llegó a convertirse en un fenómeno estético llamado washi no bunka o cultura del washi. WA-SHI traducido literalmente como: wa – nuestro, es decir japonés y shi-papel, es decir “nuestro papel.” Desde entonces se ha incentivado el cultivo del kozo, principal dador de la materia prima para poder atender así a las sucesivas demandas de papel por parte de los monjes budistas necesarias para copiar los sutras y propagar de ésta manera las Sagradas Escrituras de Buda fomentando de éste modo, no sólo la producción de papel sino estableciendo un vínculo sagrado con él. La historia del washi ha ido evolucionando y pasando por sucesivas metamorfosis en cada Época llegando a perfeccionarse en la auténtica técnica del Nagashizuki que perdura hasta nuestros días. En la sociedad asiática, la práctica y la tradición de las Artes pasa de una generación a otra no sólo como legado material sino también y principalmente como legado espiritual asegurando así la continuidad de los valores trasmitidos con amor y profundo compromiso por el oficio. Sacralizando la naturaleza y manteniendo vivas profundas raíces budistas, los iniciados, depositarios de la tradición como herencia espiritual trabajan las fibras alejados de lo puramente material y en profunda comunión con el espíritu de la naturaleza y su propio ser. La técnica Nagashizuki se puede traducir como:” hacer papel fluyendo con el agua” o “fluir con el agua para hacer papel”… ya que el término viene del verbo nagaso: fluir, echar agua y suku: hacer papel.

Imagina, nada más imagina...

Es una historia larga, ya te dije. Si te contara todo, nada me creerías. Nunca se puede creer todo, nunca se puede escuchar todo…

-Yo estoy dispuesto a oírlo Maestro Ino Moxo, para eso he venido…

-¿ Podrías ? No, creo que no podrías…

Sólo para darte un ejemplo, mira la selva. Si te pones a escuchar todo lo que suena en la selva, ¿qué escuchas… ?

No solamente suenan tantos y tantos animales que has visto, que no has visto, que nadie verá jamás. No solamente el grito de los monos escuchas. No solamente suenan animales de tierra, sino también animales de agua y animales del aire. Y eso que ya no es posible oír el canto de los peces que antes alegraban las aguas del Pangoa, del Tambo y del Ucayali, seres musicales que presintieron la llegada del gran otorongo negro y huyeron días antes y se salvaron, aunque ahora no sepan cantar más. Y si cantan todavía, lo harán seguramente sin sonido, con notas que nuestros oídos no acostumbran escuchar; calladdos cantarán, en otra jerarquía…

Y suenan también las plantas, los vegetales de piedra o de madera. Todas y Todas suenan y suenan, lo mismo que las piedras…

Y más que nada suenan los pasos de los animales en los que uno ha sido antes que humano. Los pasos de las piedras y los vegetales y las cosas que cada humano ha sido. Y también lo que uno ha escuchado antes, todo eso suena en la noche de la selva.

Dentro de uno mismo suena, en los recuerdos lo que uno ha escuchado a lo largo de la vida, bailes y pífanos y promesas y mentiras y miedos y confesiones y alaridos de guerra y gemidos de amor. Voces de agonizantes que uno ha sido o que uno ha escuchado solamente. Historias ciertas, historias de mañana. Porque todo lo que uno va a escuchar, todo eso suena anticipado, en medio de la noche de la selva, en la selva que suena en medio de la noche.

La memoria es más, es mucho más, ¿lo sabes ? La memoria verídica conserva también lo que está por venir y hasta lo que nunca llegará, eso también conserva, imagínate. Nada más imagínate. ¿ Quién va a poder oírlo todo, dime tú ?

¿ Quién va a poder oírlo todo, de una vez y creerlo?...

INO MOXO ( Calvo1981-210)

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