Apacheta es un
proyecto de producción de obra inspirada en la imagen y el concepto filosófico
de este ritual tan antiguo como sagrado. La Apacheta como construcción
colectiva en la que la suma de las partes que conforman el entretejido del todo
hace equilibrio para sostenerse entre sí.
La obra intenta reflexionar y cuestionar las
formas de lo sagrado, los vínculos religiosos, nuestras formas de orar y
habitar un paisaje.
Cuando el caminante
se topa con una Apacheta sabe que tiene que pedir permiso al espíritu que la
habita para seguir viaje. Con un ruego en la boca y en el alma, deposita una o
más piedras junto con una ofrenda sobre otras piedras que ya han sido dejadas allí
con anterioridad por otros caminantes. Al parecer es un ritual solitario, sin
embargo, son construcciones colectivas y anónimas que van tomando la forma de
una pequeña montaña donde se entretejen invocaciones y plegarias múltiples que
hacen equilibrio para sostenerse unas con otras.
Este es el
espíritu de la apacheta que quiero representar en la obra Imaginando las manos
en la inmensidad del paisaje agradeciendo la vida y pidiendo protección a los
Apus, montañas, ríos, a Pachamama, Tata Inty, Mama Killa, imaginando los ojos,
los rostros, el camino marcado por el andar, la idiosincrasia de los seres que
habitan esos paisajes y se sienten arraigados a la tierra que pisan, nacidos
del paisaje mismo, con su pensamiento gravitado por esa geografía.
Dice
Rodolfo Kusch en “indios, Porteños y Dioses”
“…el indio llega realmente. A él no
le gusta andar, sino estar. Está en su comunidad, y, cuando camina por los
senderos de su puna, se procura alguna llegada transitoria, ¿cómo? Pues
topándose con un achachilla, aquellos cerros nevados con rango de abuelo
carnal, o con una apacheta, aquel montoncito de piedras, encima del cuál suele
fijarse alguna cruz. Ahí el indio se detiene, se arranca una ceja y se la
ofrenda a la apacheta diciendo” yo te ofrendo para que no me ocurran
desgracias”. Luego, descansa y al fin continúa. Su llegada consistió en toparse con la divinidad”
“…Se diría
que los dioses del indio esperan a éste sentados sobre una apacheta, y los
nuestros dónde están? Pues ahí andan corriendo detrás nuestro, como en una
carrera cuadrera, y nosotros siempre adelante, sin dioses, ni apachetas, ni
achachilas: siempre andando y siempre solos…”
“…El indio siquiera sabe que los dioses están sentados
encima de una apacheta. Ellos nos ven pasar con sus ojos de piedra y saben
adónde vamos. Nosotros, en cambio, no. Nosotros andamos inventando una magia
barata para salir del paso sustituyendo las apachetas por libros. Sería bueno
que alguien nos acompañara siquiera un trecho en este mundo alquilado…pero eso
nunca ocurrirá. Si antiguamente existía el prejuicio de creer demasiado en los
dioses, hoy sobrellevamos el prejuicio de esquivarlos. Todo el mundo insiste en
que nuestra época es diferente de todas las anteriores, y que, por tanto, la
solución ha de surgir de uno mismo. ¿Pero cómo?